El caballo y el Dragón son unos excéntricos juntos. Son dos signos que no le temen a nada y estimulan su creatividad mutuamente; es así que en este ciclo, al tenerlos juntos en el cielo, muchos experimentamos esas sensaciones en nosotros mismos. Sin embargo también estamos en ciclos totalmente volteados. Es un año de Agua Yang y entramos en un mes de Fuego Yang por lo que hay mucha tendencia a que todo mundo saque un lado muy explosivo, impulsivo y altanero o no será raro tener episodios de neurosis o ansiedad, sobre todo si al haber nacido en un año de fuego o de agua. La madera es de los elementos más beneficiados del ciclo y los nacidos en estos años parecerán retomar el control de situaciones difíciles más fácilmente que otros. Los karmas se aceleran para las criaturas de tierra y metal pero podrán sacarle provecho a las situaciones.
A veces energías así son tan fuertes que es mejor fluir con la ocasión, aunque hay que cuidar de no encender demasiado los ánimos y no lastimar de más a otros. Más de uno se podría arrepentir de sus palabras en un ciclo tan emocionalmente difícil de controlar.
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